domingo, 20 de abril de 2008

Final de la Segunda Guerra Mundial




Hitler ordena al personal subalterno que salgan de su despacho. Sólo quedan con él Keitel, Jodl, Krebs, Burgdorf (general, ayudante jefe de la Wehrmacht ante Hitler y jefe de personal del Wehrmacht) y Bormann.

Y entonces rompe en un estruendoso y apenas inteligible acceso de cólera.

Los que están fuera, tras la puerta, e incluso los cinco hombres que están ante él apenas pueden comprender el diluvio de voces.

Sólo sobresalen las palabras: "Traición, mentira, hipocresía, no se puede creer en nadie, nadie me comprende, todos son muy poco para mi, para mis metas, el pueblo, los generales, las SS, todos..." Hitler se desploma sobre el escritorio con una crisis de llanto. Keitel, Jodl, Krebs, Burgdorf y Bormann quedaron mudos de estupor.

Pero antes de que los presentes pudieran salir de su asombro, Hitler levantó la cabeza, sacudido todavía por el llanto, dijo "No hay ninguna razón más para seguir, todo se acabó, la guerra está perdida, el nacionalsocialismo y yo personalmente, hemos fracasado."

Luego de una pausa continuó: "Quien quiera abandonar Berlín, puede hacerlo."

Hitler tomó la determinación de quedarse allí y, ya que por motivos de salud no podía luchar, decidió que pondría fin a su vida.

Jodl, Keitel y Bormann le dijeron a Hitler que fuera al sur, donde había unidades intactas, pero se negó.

Le dijeron que había que resistir hasta que los Aliados anglo-americanos disputaran con los rusos y entonces ganarían la guerra.

A altas horas de la noche del día 22 y en la madrugada del 23 de abril, Hitler, toma algunas decisiones: reparte el mando, a la vista de que en pocos días el territorio del Reich sería dividido, de la manera siguiente:

- En la mitad septentrional, el Gran Almirante Dönitz.

- En la mitad meridional, el mariscal Kesselring.


Envía a sus más íntimos consejeros militares, el Mariscal Keitel y el General Jodl, a poner en acción las órdenes de ataque que Steiner y Wenck habían recibido.

Despoja a Göring de todos sus títulos y cargos- éste se encontraba entonces en Berchtesgaden sin preocuparse de la situación- y nombra al General Ritter von Greim como nuevo comandante en jefe de la Luftwaffe, que no existía ya prácticamente, al tiempo que lo asciende a Mariscal.

Le ordena asimismo apersonarse en el búnker (lo que obligó a Hanna Reitsch a traer y llevar al comandante en pleno combate).

Como colofón, Hitler nombra de improviso comandante de Berlín al General de Artillería Weidling, jefe del 56° Panzerkorps, a quien había citado en el búnker para comunicarle su sentencia de muerte por cobardía.

El 56° Panzerkorps de Weidling se repliega a la ciudad y comienza con terrible dureza lo que Heinrici y otros habían esperado evitar: la lucha casa por casa en la capital.

Militarmente, Berlín no estaba preparada para defenderse.

La última línea de defensa estaba en el Oder.

Las defensas anticarro y otras similares que habían sido preparadas a la ligera en los barrios periféricos son deficientes y poco aprovechables.

La distribución de la ciudad y sus alrededores en ocho zonas de defensa en forma de cuña, con el vértice convergiendo en el centro de la ciudad (mandos A-H), y cuatro círculos concéntricos de barricadas (el más amplio, en las afueras de la ciudad; el "círculo verde" en los barrios extremos a lo largo de canales e impedimentos semejantes; el "círculo interior" a lo largo de las líneas del tranvía; y el "círculo de la ciudadela", llamado "núcleo", en la zona de residencia del Gobierno), no era más que un esquema teórico.

Nunca existió un frente coordinado, como tampoco un servicio militar de información.

Los oficiales de Weidling consiguieron informarse de la marcha de los sucesos por medio del servicio público de teléfonos, que funcionó hasta casi el final: llamaban a conocidos o a cualquier número telefónico y preguntaban si los rusos habían llegado, y, si así era, las fuerzas de que disponían.

Estas facetas no deben hacer olvidar que los pocos defensores, alrededor de 45.000 soldados (los restantes del 56° Panzerkorps de Weidling, unidades de apoyo, etc.), 40.000 hombres de las Volkssturm y algo más de 4.000 de las Juventudes Hitlerianas, lucharon con un encono sin igual.

Las ruinas de las casas bombardeadas favorecían a los defensores.

La avanzada rusa, que atacó con sorprendente efectividad y rapidez por todos lados de la periferia, se componía esencialmente de carros de combate, y éstos no valían para la lucha callejera, puesto que los carros tienen su punto ciego en la parte superior y desde los huecos de las ventanas se les podía combatir con facilidad.

Solos, estaban indefensos.

Además de esto, Berlín era una ciudad antigua; los muros que habían quedado de las casas destruidas eran macizos, la mayoría de hasta un metro de espesor, y prestaban un refugio seguro contra las armas de la infantería.

Los rusos tuvieron que entrar peleando calle por calle en el mar de edificios, tributando así numerosas bajas, al igual que le había sucedido a Friedrich Paulus en Stalingrado, hacía ya tres años.

Frenarles, sin embargo, resultaba imposible: su superioridad en material era demasiado grande y, por el contrario, el abastecimiento de armas y municiones de los defensores era muy deficiente.

El cerco de la ciudad iba estrechándose cada día más y más.

El 24 de abril se oía ya el fragor de la lucha callejera en Zehlendorf, Tempelhof y Neukölln; al día siguiente los rusos barrían el interior de la ciudad con fuego graneado y se preparaban para ocupar el centro.

Por doquier, rusos, blancos, mongoles y siberianos asaltan las casas, matando a todo aquel que se oponía a un robo o violación.

Muchos, hartos ya de violar y robar, le disparan a todo lo que se mueve.

En las trincheras y barricadas se agazapan los niños y ancianos de las Volkssturm, todos ruegan que primero aparezca un tanque, antes que un ruso.

Los Panzerfaust estan listos: un solo disparo, un tanque menos.

En las ventanas, las botellas con gasolina esperan.

La sed y el hambre ya no se sienten, no importa, porque nadie pretende sobrevivir, sólo destruir un tanque antes que llegue la muerte.

El ambiente en el búnker se hizo tenso e irreal.

Los hijos de Goebbels (Helga de 12 años, Hilde de 11, Helmut de 9, Holde de 8, Hedda de 6 y Heide de 4, jugaban despreocupada y alegremente, sin sospechar que estaban sentenciados a muerte.

Magda Goebbels, esposa del Ministro de Propaganda, había decidido la suerte de ella y sus hijos.

Ni su marido ni Hitler había podido persuadirla de que fueran a Berchtesgaden.

Hitler, después de haber reprimido su primer impulso de abandonarlo todo, seguía jugando su papel de Führer: se ocupaba, por una parte, en catalogar documentos para su destrucción, por otra requería urgentemente información por radio sobre los movimientos de las tropas del Grupo Steiner, del Ejército de Wenck y del 9º Ejército.

Todas estas unidades combatían aún.

El sitiado 9º Ejército de Busse se desplazaba lentamente hacia el oeste.

Las débiles fuerzas de Steiner trataban, bajo la influencia de Jodl, en romper el cerco hacia Berlín, pero quedaron detenidas, como Steiner había predicho.

Wenck consiguió dirigir su flamante y bisoño 12º Ejército desde el frente del Oeste hacia el Este.

Sin embargo, no pudo lanzar un ataque efectivo contra el cerco de Berlín.

El general sabe que no hay solución, pero entrevé otra posibilidad más lógica: avanzar hacia la parte sur de Berlín en dirección este, lo bastante para alcanzar al 9º Ejército y tratar de romper el bloqueo para liberar a las fuerzas supervivientes y a la población civil.

El Ejército de Wenck lo consigue.

Se producen combates en las cercanías de Ferch y allí están los camaradas del 9º Ejército.

Por un corto espacio de tiempo se ha abierto una brecha en las líneas enemigas por la que los supervivientes (con y sin uniforme) salen en dirección oeste.

A 16 metros bajo tierra, en el búnker, Hitler no acepta la derrota, le quita el mando del Grupo de Ejércitos Vístula al General Heinrici y lo sustituye por el general Student.

El Gruppenführer-SS Otto Fegelein, adjunto de Himmler en el búnker, informa a Hitler sobre las negociaciones de su jefe con Occidente.

Hitler, estalla en furia, destituye a Himmler de todos sus cargos y envía al jefe de la Aviación, Greim, con Hanna Reitsch como piloto, para ponerlo bajo arresto.

Fegelein, que es cuñado de Eva Braun, es fusilado por traición.

En las reuniones del búnker había aparecido entretanto un nuevo personaje, el Brigadeführer SS General Wilhelm Mohnke.

El 20 de abril, el aguerrido y leal Mohnke, con 1.000 hombres de la Panzerdivision "Hitlerjugend" de las Waffen-SS, se encarga de la defensa de la Cancillería del Reich; él es el comandante de la "ciudadela", de la zona de la residencia del Gobierno.

Se halla bajo las órdenes directas de Hitler y está decidido a luchar hasta el final.

Mohnke ordena reponer las reservas de víveres y las existencias de armas y munición conseguidas de los depósitos y vagones que todavía no habían caído en manos del enemigo.

Instala su puesto de mando en uno de los sótanos bajo la nueva Cancillería del Reich, justo al lado del dispensario médico de urgencia.

Desde que la lucha se desenvuelve en los barrios más céntricos, se suceden escenas dantescas en este dispensario.

Heridos graves llegan sin cesar con miembros destrozados, heridas de bala en el vientre.

El profesor Haase, gravemente enfermo, opera y amputa sin descanso hasta caer extenuado, pero por suerte para los heridos, se ha encontrado casualmente a otro médico, el profesor Schenck.

Es internista, pero en la necesidad, actúa como cirujano.

Haase, sentado a su lado, le va dirigiendo con voz débil.

En la madrugada del 30 de abril, Hitler invita al extenuado Haase a visitarle para informarse con él los métodos más seguros de suicidio.

A las 6:00, tras la conversación con Haase, hace llamar a Mohnke.

La Cancillería está sitiada a esas horas.

Se lucha aún con una enconada dureza en el Tiergarten, en Potsdamer Platz, en el Ministerio del Aire, en el Lustgarten, a no más de 300 o 400 metros del refugio de Hitler.

Mohnke, le comunica a Hitler que sólo puede resistir 24 horas a lo más.

"Entonces ha llegado la hora", dice Hitler.

Palabras que Mohnke no comprende.

Lo que significan se lo aclara después el jefe de batallón de las SS Otto Günsche, ayudante de Hitler.

El Führer le ha encomendado que se preocupe por todos los medios de la destrucción completa de su cadáver.

Poco después de las 15:00 horas, Hitler y su esposa se despiden de todo el personal: Goebbels, Bormann, Krebs, el embajador Hewel (representante del Ministerio de Asuntos Exteriores), el vicealmirante Voss (Agregado de Marina), el Brigadeführer SS Ratenhuber (jefe de la escolta), secretarias, servidoras y cocinera, se retiran a sus habitaciones.

El Sturmbannfuehrer-SS Otto Günsche, ayudante personal de Hitler, monta guardia ante la puerta.

Magda Goebbels, al ver la vigilancia de Günsche, se precipita en la habitación de Hitler y le pide que abandone Berlín.

Hitler le pide a Günsche que la saque.

Algunos creyeron haber oído un disparo poco después de las 15:30 horas.

Según Günsche, que después de la guerra estuvo preso en Rusia por diez años, dijo que "el disparo no se oyó"; lo que puede ser verdad, pues la Cancillería del Reich estaba bajo el fuego de la artillería pesada y, eso sí que se oía incluso en el búnker, a 16 metros bajo la superficie.

Luego de 10 minutos de espera, Linge, el asistente de cámara de Hitler, entra con Bormann siguiendo las órdenes recibidas.

Hitler y su esposa yacen muertos en el pequeño sofá.

Hitler se ha disparado un tiro en la sien derecha y, al parecer, ha tomado al mismo tiempo una cápsula de ácido cianhídrico.

Su esposa ha utilizado sólo el veneno.

Günsche se dirige a la sala de reunión y anuncia: "El Führer ha muerto".

Günsche, Linge, Bormann, Goebbels y Axmann observan los cadáveres.

Günsche y Linge sacan los cuerpos al patio y los incineran con gasolina.

Al amanecer del 1 de mayo, fuera de la Cancillería, se lucha todavía.

El nuevo Canciller del Reich envía a Krebs, con una carta para Stalin, a entrevistarse con Zhúkov.

Goebbels le comunica la muerte de Hitler y propone un alto el fuego en la zona de Berlín para que se constituya el nuevo Gobierno y se acuerden los próximos pasos a seguir.

Zhúkov envía por teléfono el mensaje de Goebbels a Moscú y recibe la respuesta: "Nada de negociaciones. Sólo rendición incondicional".

Krebs regresa a mediodía al búnker e informa.

En la noche del 1 de mayo, Magda Goebbels envenena a sus seis hijos.

El último Canciller del Reich y su esposa se despiden de los pocos que quedan en el búnker.

A las 21:00 horas están muertos.

Goebbels le ordenó a su ayudante el oficial de las SS Schwägermann, que su cadáver y el de su esposa fueran cremados.

Había dispuesto la gasolina y mandó transportar los cadáveres arriba; pero en ese momento el tiempo era escaso: el comandante Mohnke, siguiendo las últimas órdenes del Führer, había preparado para las 23:00 horas la evacuación del resto de los ocupantes de la Cancillería.

Así, los cadáveres del matrimonio Goebbels sólo quedaron ligeramente calcinados.

Los ocupantes del búnker comenzaron la evacuación.

Uno tras otro, en pequeños grupos, abandonaron la Cancillería del Reich.

Poco después de medianoche, el búnker del Führer estaba vacío.

Pero no totalmente.

Quedaron allí ocho cadáveres: los seis hijos de Goebbels y los generales Burgdorf y Krebs, que se habían disparado un tiro, y dos supervivientes.

Uno era el soldado de las SS Rochus Misch de 28 años, que pertenecía al servicio de la central de comunicaciones del búnker y que en medio de la excitación general se había quedado dormido.

El otro era Johannes Hentschel, jefe de máquinas del búnker y el único civil.

Hentschel no dormía en la madrugada del 2 de mayo, se quedó en el búnker porque atendía el motor diesel que proporcionaba aire y agua a las instalaciones, lo hacía también para la enfermería, donde había enfermos y heridos.

Misch decide en la mañana del 2 de mayo, que lo mejor era irse del búnker.

Hentschel se queda completamente solo y sube al exterior, pero el fuego de la artillería pesada lo obliga a regresar.

Poco después llegan los rusos.





SUICIDIO DE HITLER Y RENDICIÓN ALEMANA




El 30 de abril de 1945, percatándose de que todo estaba perdido, Adolf Hitler se suicidó en su búnker junto con su amante de muchos años y por corto tiempo (un día) su esposa, Eva Braun.

En su último testamento, Hitler nombró a sus sucesores:

- Karl Dönitz como el nuevo Reichspräsident (Presidente de Alemania).

- Joseph Goebbels como el nuevo Reichskanzler (Canciller de Alemania).


Sin embargo, Goebbels se suicidó el 1 de mayo junto con su esposa y sus hijos, dejando a Dönitz orquestar las negociaciones de rendición.

Dönitz nombró a von Krosigk
Reichsk-
anzler.

El 1 de mayo, el general de las SS, Karl Wolff, tras prolongadas negociaciones no autorizadas con los Aliados, y el Coman-
dante en Jefe del Décimo Ejército Alemán, el general Heinrich von Vietinghoff, ordenaron a todas las fuerzas armadas alemanas en Italia cesar las hostilidades y firmaron un documento de rendición que estipulaba que todas las fuerzas alemanas en Italia se rindiesen incondicionalmente ante los Aliados el 2 de mayo.

La batalla de Berlín finalizó el 2 de mayo, cuando el general Helmuth Weidling, entregó la ciudad a las tropas soviéticas.

El 4 de mayo de 1945, el mariscal británico Montgomery aceptó la rendición militar de todas las fuerzas alemanas en Holanda, Alemania Noroccidental y Dinamarca en Lüneburg, un área entre las ciudades de Hamburgo, Hanover y Bremen.

Mientras el comandante operacional de algunas de estas fuerzas era Dönitz, éste señaló que la guerra europea había terminado.

El 5 de mayo, Dönitz ordenó a todos los U-boots dejar las operaciones ofensivas y regresar a sus bases.

A las 02:41 de la mañana del 7 de mayo de 1945, en los cuarteles de la SHAEF en Reims, Francia, el Jefe del Estado Mayor del Alto Mando de las fuerzas armadas alemanas, el general Alfred Jodl, firmó el acta de rendición incondicional para todas las fuerzas alemanas ante los Aliados.

Esta incluía la frase "todas las fuerzas bajo el mando alemán cesarán las operaciones activas a las 23:01 horas, hora de Europa Central, el 8 de mayo de 1945".

Al día siguiente, pocas horas antes de la medianoche, funcionarios alemanes en Berlín, liderados por Wilhelm Keitel firmaron un documento similar, rindiéndose explícitamente ante las fuerzas soviéticas, en presencia del mariscal Georgi Zhukov.



TESTAMENTO DE ADOLF HITLER



Mi Último Deseo y Testamento Político



Como consideré que no debía aceptar la responsabilidad, durante los años de conflicto, de contraer matrimonio, ahora he decidido, antes de concluir mi carrera en la tierra, tomar en matrimonio a la mujer, quien después de muchos años de fiel amistad, entró a la sitiada ciudad por su propia voluntad, con el propósito de compartir su destino conmigo.

Por su propio deseo, ella ira a la muerte como mi esposa.


Eso nos compensará, por lo que ambos perdimos por mi trabajo al servicio del pueblo.
Lo que poseo, pertenece en su debido grado al Partido. Si este ya no existe, al Estado; si el Estado también es destruido, no hace falta una última decisión mía.
Mis pinturas, en las colecciones que he comprado durante el curso de los años, nunca fueron coleccionadas con propósitos privados, sino como una extensión de la galería de mi casa en Linz a.d. Donau.
Es mi más sincero deseo que este legado sea debidamente ejecutado.
Designo como mi Albacea, a mi más fiel camarada del Partido, Martin Bormann. A él le doy mi máxima autoridad legal, para que tome todo lo que tenga un valor sentimental o que les sea necesario para mantener una vida modesta y simple a mis hermanos y hermanas, sobretodo también para la madre de mi esposa y mis colaboradores que son bien conocidos por él, principalmente, mis secretarias sin igual, Frau Winter, etc. quienes por muchos años me ayudaron en mi trabajo.
Yo, personalmente, y mi esposa, para escapar a la deshonra de la deposición o capitulación, hemos escogido la muerte. Es nuestro deseo que seamos incinerados inmediatamente, en el lugar donde he llevado a cabo la mayor parte de mi trabajo diario, en el curso de doce años al servicio de mi pueblo.
Dado en Berlín, el 29 de Abril de 1945 a las 4:00 AM.




Mi Testamento Político [Primera Parte]



Más de treinta años han pasado desde que en 1914 hice mi modesta contribución como voluntario en la Primera Guerra Mundial a la que fue forzado el Reich.
En esas tres décadas he actuado, únicamente por amor y lealtad a mi pueblo en todos mis pensamientos, actos y vida. Ellos me dieron la fuerza para tomar las decisiones más difíciles que mortal alguno nunca confrontó. En ello he empleado mi vida, mi esfuerzo en el trabajo y mi salud, durante estas tres décadas.
No es cierto que yo, o alguien más en Alemania, quisiera la guerra en 1939. Fue deseada e instigada exclusivamente por esos hombres de estado quienes han sido judíos o han trabajado para intereses judíos. He hecho muchas ofertas para el control y limitación de armamentos, las cuales no podrán ser olvidadas por la posteridad, para que la responsabilidad del inicio de la guerra sea echada sobre mí.
Tampoco he deseado nunca, que después de la fatal primera guerra mundial, una segunda contra Inglaterra, o aún sobre Estados Unidos, fuera desatada. Los siglos pasarán, pero de las ruinas de nuestras ciudades y monumentos, resurgirá el odio contra aquellos finalmente responsables -a quienes todos debemos agradecer todo lo sucedido- el Judaísmo Internacional y sus secuaces.
Tres días antes del inicio de la guerra entre Alemania y Polonia, le propuse al embajador británico en Berlín una solución al problema germano-polaco, similar al del caso del Distrito del Sarre, bajo control internacional. La existencia de esa oferta tampoco podrá ser negada. Fue rechazada únicamente por los círculos dirigentes de la política británica que querían la guerra, en parte, por debido a las posibilidades de negocios y en parte por la influencia de la propaganda organizada por el judaísmo internacional.
También he dejado bien en claro que, si las naciones de Europa fueron consideradas como meros bonos, que podían ser comprados y vendidos, en dinero e intereses financieros, por esos conspiradores internacionales, entonces esos competidores, los judíos, quienes son los verdaderos criminales en este conflicto asesino, deberán ser responsabilizados.
También quiero que nadie tenga ninguna duda, que esta vez han logrado que no sólo millones de niños arios en Europa mueran de hambre; hombres jóvenes han sufrido la muerte y no solo cientos de miles de mujeres y niños han sido bombardeados e incinerados hasta morir en las ciudades, sin que los verdaderos criminales hayan expiado su culpa, ni siquiera por medios humanos.
Después de seis años de guerra -que a despecho de los obstáculos será recordada algún día como la más gloriosa y valiente demostración del propósito de vida de una nación- no puedo abandonar la ciudad que es la capital de este Reich. Como las fuerzas son muy exiguas como para intentar cualquier oposición en contra de los ataques enemigos, y porque nuestra resistencia se ha venido debilitando por los hombres que nos han engañado con su falta de iniciativa, al permanecer en esta ciudad quiero compartir mi destino con los otros millones de hombres que han decidido hacer lo mismo. Tampoco quiero caer en manos de un enemigo, que querrá presentar un nuevo espectáculo organizado por los judíos, para el regocijo de las masas histéricas.
Por tanto he decidido permanecer en Berlín y libremente escoger la muerte en el momento que yo crea que la posición del Fuehrer y la propia Chancillería, no pueda ser más defendida.
Muero con el corazón feliz, consciente de los incalculables legados y logros de nuestros soldados en el frente, nuestras mujeres en casa, los logros de nuestros campesinos y obreros en su trabajo, únicos en la historia, de las juventudes que llevan mi nombre.
A ellos, desde el fondo de mi corazón, les expreso mi gratitud, como es evidente es mi deseo que ustedes, debido a eso, bajo ningún concepto abandonen la lucha en esta contienda sino que más bien la continúen, contra los enemigos de nuestra madre patria, sin importar dónde, fieles al credo de Clausewitz. Del sacrificio de nuestros soldados y por mi comunión con ellos en la muerte, nunca desaparecerá de la historia de Alemania, la semilla del radiante renacimiento del movimiento Nacional-Socialista y por tanto, de una verdadera comunidad de naciones.
Muchos de los hombres y mujeres valientes han decidido unir sus vidas con la mía. Hasta el ultimo momento he rogado y finalmente les he ordenado, no hacerlo y tomar parte en la última batalla de la nación. He rogado a los dirigentes del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea, reforzar por todos los medios el espíritu de resistencia de nuestros soldados en el sentido Nacionalsocialista, con especial referencia al hecho, de que también yo mismo, como creador y fundador de ese movimiento, he preferido la muerte a la cobarde abdicación o peor la capitulación.
Deberá, en un futuro, formar parte del código de honor del oficial alemán, como es actualmente de nuestra marina, que rendir un distrito o una ciudad es imposible, y que por sobre todo, nuestros líderes deben marchar al frente como ejemplos refulgentes, cumpliendo con fe en su obligación hasta la muerte.


Mi Testamento Político [Segunda Parte]



Antes de mi muerte, expulso al ex Mariscal del Reich Herman Goering del partido y lo despojo de todos los derechos que pudiera gozar en virtud del decreto del 29 de junio de 1941; y también en virtud de mi manifiesto en el Reichtag el 29 de Junio de 1939. Designo en su lugar al Gran Almirante Doenitz, como Presidente del Reich y Supremo Comandante de las Fuerzas Armadas.
Antes de mi muerte, expulso del partido y de todas las oficinas del Estado al ex Reichsfuehrer-SS y Ministro del Interior, Heinrich Himmler. En su lugar designo al Gauleiter Karl Hanke como Reichsfuehrer-SS y Jefe de la Policía Alemana y designo al Gauleiter Paul Giesler como Ministro del Interior del Reich.
Goering y Himler, totalmente aparte de su deslealtad hacia mi persona, han hecho un daño enorme al país y a toda la nación, al efectuar negociaciones secretas con el enemigo, las que condujeron sin mi consentimiento y contra mis deseos, y al intentar usufructuar ilegalmente poderes del Estado.
Con el propósito de darle al pueblo alemán un gobierno compuesto por hombres honorables, un gobierno que pueda satisfacer sus deseos de continuar la guerra por todos los medios, designo a los siguientes miembros del nuevo gabinete de líderes de la nación:



- Presidente del Reich: Dönitz


- Canciller del Reich: Dr.Goebbels


- Ministro del Partido: Bormann


- Ministro del Exterior: Seyß-Inquart


- Ministro del Interior: Gauleiter Giesler


- Ministro de Guerra: Dönitz


- Comandante Supremo del Ejército de Tierra: Schörner


- Comandante Supremo de la Marina de Guerra: Dönitz


- Comandante Supremo de la Aviación: Greim


- Reichsführer-SS y Jefe de la Policía Alemana: Gauleiter Hanke


- Economía: Funk


- Agricultura: Backe


- Justicia: Thierack


- Cultura: Dr.Scheel


- Propaganda: Dr.Naumann


- Finanzas: Schwerin-Crossigk


- Trabajo: Dr.Hupfauer


- Armamento: Saur


- Director de la Organización Nacional del Frente del Trabajo y Miembro Asociado al Gabinete del Reich: Reichsminister Dr. Ley.



Como una cantidad de esos hombres, como Martin Borman, Dr. Goebbels, etc., conjuntamente con sus esposas, se unieron a mí por propia voluntad y no desean dejar la capital del Reich bajo cualquier circunstancia, pero desean perecer conmigo aquí, debo pedirles que obedezcan mi solicitud, y en este caso cedan sus propios intereses a los intereses de la nación, por sobre todos sus sentimientos.
Por su trabajo leal como camaradas, ellos estarán muy cerca de mí después de la muerte, así como el deseo de que mi espíritu perdure y que siempre siga con ellos. Dejen que sean estrictos, pero nunca injustos, pero sobretodo, no les permitan que el temor guíe sus actos, y que pongan el honor de la nación por sobre todas las cosas del mundo. Finalmente, permítanles que sean conscientes del hecho de que nuestra obligación, que es continuar la construcción del Estado Nacionalsocialista, signifique el trabajo de los siglos por venir, que colocará a cada persona individualmente, bajo la obligación de servir siempre al interés común y subordinar sus propios intereses a ese fin. Demando que todos los alemanes, todos los Nacionalsocialistas, hombres, mujeres y a todos los hombres de las Fuerzas Armadas, sean fieles y obedientes, hasta la muerte, al nuevo gobierno y a su Presidente.
Por sobre todo, encargo a los líderes de la nación y a todos sus subordinados la observación escrupulosa de las leyes de la raza y la oposición inmisericorde a los envenenadores de los pueblos, el judaísmo internacional.
Dado en Berlín, este 29avo día, de Abril de 1945 a las 4:00 AM.





EFECTOS Y DERROCAMIENTO DE DÖNITZ


La noticia de la rendición conmocionó a Occidente el 8 de mayo y las celebraciones brotaron a lo largo de Europa.

En los Estados Unidos, los norteamericanos despertaron con la noticia y declararon el 8 de mayo el día V-E.

Mientras que en la Unión Soviética, que estaba al este de Alemania, era 9 de mayo hora de Moscú cuando la rendición militar alemana se hizo efectiva.

La Segunda Guerra Mundial es conocida como la Gran Guerra Patriótica en Rusia, y este país y muchos otros países europeos al este de Alemania, conmemoran el Día de la Victoria el 9 de mayo.



DÍA DE LA VICTORIA EN RUSIA


El Día de la Victoria (en ruso: День Победы, Den' Pobédi), es la fiesta de la victoria de la Unión Soviética y los Aliados sobre la Alemania nazi el 9 de mayo de 1945 en la Segunda Guerra Mundial, o Gran Guerra Patria (en ruso: Великая Отечественная Война, Velíkaya Otéchestvennaya Voyná), como se la denominó en la Unión Soviética. Es día festivo en Rusia, Ucrania y en la mayoría de antiguas repúblicas soviéticas.

Los alemanes, represen-
tados por el generalfeldmarschall Wilhelm Keitel, firmaron la rendición incondicional el 8 de mayo de 1945 a las 22:43 hora central europea (9 de mayo a las 0:43 hora de Moscú), poniendo fin así a la Segunda Guerra Mundial en el continente europeo.

Esta fecha no fue conmemorada ampliamente en la URSS hasta después de veinte años, en 1965.


Después de la desintegración de la URSS, no se realizaron los desfiles, hasta que, en 1995 se retomó la tradición en Rusia.




Desde entonces, los desfiles en la Plaza Roja se han realizado anualmente, aunque el desfile militar se había trasladado al Monte Plokonnoi.

En el año 2005, al conmemorarse sesenta años de la derrota de los nazis, el desfile en la Plaza Roja contó de nuevo con la técnica militar.




En esta fecha, tradicionalmente desfilan los soldados (una parte histórica y otra contemporánea) y los veteranos, se colocan coronas en la Tumba del Soldado Desconocido y culmina con fuegos artificiales por toda la ciudad de Moscú.

DESFILE DE LA VICTORIA, MOSCÚ 9 DE MAYO DE 1945






















...EFECTOS Y DERROCAMIENTO DE DÖNITZ


Karl Dönitz continuó actuando como Jefe de Estado, pero su gobierno en Flensburg (porque tenía base en Flensburg y solamente controlaba una pequeña área alrededor del pueblo) no era reconocida por las potencias Aliadas y se disolvió cuando sus miembros fueron capturados y arrestados por las fuerzas británicas el 23 de mayo de 1945 en Flensburg.

Los Aliados tenían un problema, porque se dieron cuenta de que aunque las fuerzas armadas alemanas se habían rendido de forma incondicional, la SHAEF había fracasado al usar el documento creado por la Comisión Asesora Europea (CAE) y tampoco el gobierno civil alemán.

Esto fue considerado un asunto muy importante, porque justo como a los civiles, pero no a los militares, se rinden en 1918 habían sido usados por Hitler para crear el argumento de la "puñalada por la espalda", los Aliados no querían dar a un futuro régimen alemán hostil un argumento legal para resurgir una vieja rencilla.

Finalmente, decidieron no reconocer a Dönitz y en cambio firmar un documento de las cuatro potencias, creando el Consejo de Control Aliado que incluía lo siguiente:


"Los gobiernos de los Estados Unidos de América, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y el Reino Unido, y el gobierno provisional de la República Francesa, asumen por este medio la autoridad suprema con respecto a Alemania, incluyendo a todas los poderes poseídos por el gobierno alemán, el Alto Mando y cualquier gobierno o autoridad estatal, municipal o local. La asunción, para los propósitos señalados sobre dicha autoridad y las potencias no afecta la anexión de Alemania."


El 5 de junio de 1945, las cuatro potencias firmaron el documento en Berlín y de facto se convirtió en de iure.



CAMPOS DE CONCENTRACIÓN Y REFUGIADOS


En los últimos meses de la guerra e inmediatamente después, los soldados aliados descubrieron incontables campos de concentración y otras localizaciones que habían sido usadas por los nazis para encerrar y exterminar a unas 12 millones de personas.

El grupo más grande representado en esta cifra eran los judíos (la mitad del total según los Juicios de Nuremberg), pero los gitanos, eslavos, católicos, homosexuales y varias minorías y personas discapacitadas, así como también enemigos políticos del régimen nazi (particularmente comunistas), formaban el resto.

El más conocido de estos campos es el campo de exterminio de Auschwitz, en la cual murieron 2 millones de prisioneros.

Aunque el genocidio nazi, Holocausto o Soah era desconocido completamente por los soldados aliados que lucharon durante la guerra, se ha convertido en una parte inseparable de la historia de laSegunda Guerra Mundial.

En mayo y junio de 1945, miles de refugiados de Yugoslavia y la Unión Soviética fueron acorralados por los Aliados occidentales en Austria y entregados a los soviéticos y yugoslavos en la Operación Keelhaul.

Los soviéticos y yugoslavos ejecutaron o deportaron a muchos de ellos (un ejemplo claro es la masacre de Bleiburg).

Las también derrotadas Finlandia y Suecia se sintieron compelidas a extraditar refugiados ingrios y bálticos de similar manera, algunos de los cuales se suicidaron antes de ser extraditados.



DIVISIÓN DEL TERRITORIO

El antiguo Tercer Reich fue dividido como se había acordado previamente por los Aliados.

Algunas partes, como Prusia Oriental, fueron repartidas entre Polonia y la URSS.

Otras tierras germanas, al este del río Oder, fueron transferidas a Polonia.

Alemania, excluyendo a Berlin, estaba dividida en cuatro zonas militares de ocupación:

- Estadounidense.

- Británica.

- Francesa.

- Soviética.


Austria, que había sido parte del Tercer Reich en 1938, fue reconstruida y dividida de manera similar.

En 1955, Austria firmó el Tratado del Estado Austríaco y bajo la condición de que permaneciera neutral, el país se convirtió en un república totalmente independiente.

En 1949, la zona soviética se convirtió en Alemania Oriental (República Democrática Alemana—RDA).

En ese mismo año, las otras tres zonas se convertían en Alemania Occidental (República Federal de Alemania (RFA)).

Berlín, la cual también estaba dividida en cuatro zonas, permaneció bajo ocupación militar formal hasta el 12 de septiembre de 1990, cuando el Tratado sobre el Establecimiento Final Con Respecto a Alemania fue firmado por las cuatro potencias y los dos gobiernos alemanes, el cual fue el tratado final de paz y la restauración de la soberanía alemana.

Esto permitió que la reunificación alemana se llevara a cabo el 3 de octubre de 1990 y el país reunificado obtuviera soberanía total nuevamente el 15 de marzo de 1991.

Alemania firmó un tratado separado con Polonia, confirmando su actual frontera el mismo año.


Ante todo, no dejen de entrar en el siguiente Link, si quieren ver, de forma esquematizada y gráfica todo lo que ya les he narrado acerca de las últimas horas de Adolf Hitler en el Búnker de la Cancillería del Tercer Reich.
APÉNDICE I
Declaración del Sturmbannführer de las SS Otto Günsche, ayudante y guardaespaldas personal de Adolf Hitler, obtenida del interrogatorio al que fue sometido por militares del Ejército Rojo Soviético el 17 de mayo de 1945, tras el final de la Segunda Guerra Mundial.

He mantenido todo exactamente tal y como me lo encontré, por lo que fallos en la traducción son ajenos a mi persona.

A las 10:00 horas del 22 de abril de 1945 me hallaba en mi piso del número 17 en la calle Hermann-Göring-Strasse (Berlín), cuando me despertó una terrible explosión. Al principio pensé que era una bomba que había estallado en las cercanías, pero pronto me di cuenta que eran impactos de artillería de grueso calibre. Me vestí con rapidez y tomé de inmediato el camino más corto que separaba mi casa del bunker del Führer. Allí me encontré a muchos oficiales de la guardia de las SS, del mando de seguridad del Reich, y del círculo íntimo de Hitler.

Discutían en voz alta acerca de cómo era posible que impactos de artillería cayeran a diestro y siniestro sobre Berlín. Rápidamente me dirigí hacia el lobby, cerca del cuarto de estar del Führer. Allí me encontré al general Burgdorf, al Gruppenführer Schaub, ayudante del Führer Oberst Von Below y al Major Johannmeir, así como a otro de sus ayudantes, el Gruppenführer Albert Bormann.

También ellos discutían sobre los impactos de la artillería sobre Berlín. A las 12:30 horas, apareció el Führer; venía de su aposento personal. Su pregunta era directa, quería saber el calibre de los obuses de artillería que caían sobre la ciudad. El Major Johannmeir, comenzó a dar un repaso de la situación en el Frente del Este. A las 14:30 horas, el Führer comió junto a Eva Braun. A las 16:30 horas comenzaron a llegar informes del Frente que sin duda se hicieron pesados. El Gossadmirall Dönitz, el Generalfeldmarschall Keitel, los generales Model, Krebs y Burgdofr y el general de la Luftwaffe Kolbe, tomaron parte en la discusión que se produjo tras oír las últimas noticias. El principal foco de la discusión se centraba en la proximidad en que se hallaban de Berlín el grupo de ejército del Vístula. El Führer insistía en ordenar el ataque del 9º ejército en dirección hacia el noroeste, mientras el grupo de ejército de las SS, bajo el mando del general Steiner debía atacar hacia el sur. Con estas ofensivas, pensaba repeler a lo que él consideraba “fuerzas rusas débiles”, posibilitando a nuestras fuerzas alcanzar Berlín y formar una nueva línea de defensa. Esta nueva línea de defensa debía ser desplegada de la forma siguiente: desde Sttetin en el Norte, a lo largo del río Oder, a Frankfurt, y de allí, girar hacia el oeste, a través de Furstenwalde, Zossen y Treuenbritzen hacia el Elba.

Para que esto se pudiera llevar a cabo se debían dar las siguientes condiciones:

La línea en el bajo Oder debía ser mantenida.
Los americanos debían mantenerse alejados del oeste de la orilla del río Elba.
El flanco izquierdo del 9º ejército, debía ser mantenido a toda costa.

Después de que el general Krebs notificara que los rusos con numerosos efectivos habían conseguido romper las líneas al sur de Sttetin, resultó obvio para el Führer, que su plan para crear un nuevo Frente no podía llevarse a cabo y mostró su opinión, de que por ello, la ciudad de Mecklenburg sería asediada por fuerzas rusas en pocos días. A pesar de ello, al 9º y al 12º ejército, al igual que al grupo de efectivos de Steiner, se les dio orden de atacar en dirección a Berlín. Al mismo tiempo algunos de los oficiales de alto rango sugirieron a Hitler que debía dejar la ciudad de Berlín. El Führer les contestó que en ningún momento pensaba realizar tal cosa, y que permanecería en cualquier caso en Berlín: “Si Berlín cae, si esto pasase, me dispararía un tiro en la cabeza”, afirmó Hitler.

Después de oír las últimas noticias del Frente, el Führer mandó llamar al doctor Goebbels, y cuando este apareció mantuvieron ambos una larga conversación. Después de algún tiempo, la mujer de Goebbels, también entró en la habitación del Führer.

Durante los últimos días, los impactos de artillería se intensificaron. El Gran Almirante Dönitz y su Estado Mayor, así como el jefe del supremo comando de las Fuerzas Armadas, el mariscal Keitel y el jefe de Estado Mayor de la Luftwaffe, general Kolbe dejaron Berlín, trasladándose a algún lugar de la Alemania no ocupada por el enemigo. Sus actuales destinos son desconocidos por mí.

El 26 de abril de 1945, las últimas líneas telefónicas que conectaban la ciudad con el resto del mundo, fueron cortadas. La comunicación ahora sólo era posible por radio. El problema era que debido al intenso fuego de artillería las antenas quedaron dañadas. Por ello, las noticias sobre el progreso de la ofensiva llevada a cabo por nuestros tres ejércitos eran escasas y llegaban a Berlín de manera indirecta. El 28 de abril de 1945, el Mariscal Keitel, consiguió notificar por radio lo siguiente:

El ataque llevado a cabo por el 9º y por el 12º ejércitos ha fracasado, debido a los fuertes contraataques rusos haciendo imposible realizar una nueva ofensiva por parte de nuestras tropas.
Las fuerzas de las SS al mando del general Steiner no han llegado todavía.

Después de esto, todo estuvo claro para la gente que nos encontrábamos en el Cuartel General, el destino de Berlín estaba sellado. El 27 de abril de 1945, el Gruppenführer Fegelein que ocupaba el cargo oficial de enlace del Reichführer SS Himmler ante Adolf Hitler abandonó el búnker sin permiso. Se le encontró en un piso ataviado con un traje civil y fue arrestado. En la noche del 28 de abril de 1945, fue sentenciado a muerte por una corte marcial y fusilado.

Volviendo un poco atrás, el 22 de abril de 1945, el Führer me ordenó formar un grupo de combate con parte del batallón de la guardia y con los restos del personal SS. El Brigadeführer Mohnke debía mandar esta Unidad. Ubicamos nuestro puesto de mando en uno de los refugios antiaéreos de la cancillería del Reich. La misión de nuestro grupo de combate era guardar y defender el perímetro que formaban los edificios del gobierno. El brigadeführer Mohnke tomó el mando en la noche del 22 de abril de 1945 y desde aquel día fue invitado a tomar parte en todas las conferencias que se celebraban en el búnker.

En la noche del 28 de abril de 1945, el Führer dictó sus últimas voluntades a sus secretarias, Christian y Junge. Se mecanografió en 3 ó 4 copias. Su contenido únicamente era conocido por Martin Bormannn y por supuesto por aquellos que lo habían mecanografiado. En la mañana del 29 de abril de 1945, las copias fueron confiadas al Major Johannmeir, quien las debía llevar al mariscal Schöner, comandante del grupo de ejércitos centro, al Oberreichleiter Lorenz, quien a su vez debía dar una al Gauleiter Dönitz o al Fieldmarschall Kesserling. Bormannn ordenó a los hombres encargados de tal misión cambiase sus uniformes por trajes civiles y escapar a través de las líneas enemigas.

Al Oberst Von Bellow se le dio una misión similar; atravesar las líneas rusas y contactar con el comandante del 12º ejército, general Wenck. Qué órdenes portaba, lo desconozco.

Poco después supimos que el Führer se había casado con Eva Braun a la que conocía desde hacía mucho tiempo. El 29 de abril todo parecía tranquilo en el búnker. Cuando tropas rusas con material blindado avanzaron hasta las estaciones de Anhalt y Königsplatz y estas noticias llegaron a Hitler, decidió no perder más tiempo y suicidarse. En lo que a mi me concierne, creo que el Führer tomó la decisión de suicidarse aquel día en porque en pocas horas los tanques rusos podían alcanzar el búnker. Aquella noche, el general Weidling, comandante general de Berlín llegó al búnker, le dijo al Führer que la situación de la ciudad era desesperada y que la situación de la población civil en particular era dramática. Le sugirió que intentara romper el cerco junto a él y el resto de la guarnición, pero el Führer lo rehusó de forma categórica. En la noche del 29 de abril, el Führer ordenó que se envenenara a su querido perro. Creo que esto se hizo para probar el veneno. Este fue envenenado por el Oberscharführer Tornow encargado del cuidado de los perros del Führer. Inmediatamente nos dijo que su muerte había sido instantánea. A las 3:00 horas de la mañana del 30 de abril de 1945, fui a mi pequeño refugio bajo la cancillería del Reich y me tumbé un poco. Había dejado órdenes de que me despertasen a las 10:00 horas. Cuando lo hicieron fui al desayuno que se servía en la zona de oficiales del bunker junto al salón de estar del Führer. Allí me encontré con el Reichsleiter Bormannn, el general Krebs y el general Burgdorf, estaban discutiendo la situación en Berlín. Estuve con ellos por algún tiempo y me fui. Cuando volví a esta habitación alrededor de las 12:00 ó 13:00 horas los tres aún se encontraban allí en un estado emocional difícil de describir, y por lo que me dijeron comprendí que el Führer se había despedido de ellos. Entonces dejaron la habitación y me encontré solo. Transcurrido algún tiempo el encargado de la seguridad del Reich Gruppenführer Rattenhuber y el piloto personal de Hitler, Gruppenführer Baur entraron. Poco después, el Führer apareció y dijo: “después de mi muerte, mi cuerpo debe ser quemado, no quiero que pueda caer en manos del enemigo y ser expuesto para exhibición”. Después de esto nos miró fijamente y volvió a su habitación. Inmediatamente fui a ver al Brigadeführer Mohnke para decirle que Hitler se iba a quitar la vida.

A las 14:300 horas volví de nuevo al lobby y a la sala de conferencias donde encontré al Reichsleiter Bormann, Doctor Goebbels, general Krebs, general Burgdorf y al líder de la juventud hitleriana Axmann que en mi ausencia también había llegado al bunker. Todos hablaban de la despedida del Führer con gran nerviosismo.

A las 15:15 horas dejé la habitación y en otra encontré al jefe de la guardia de Hitler Strumbannführer Sthelde y al conductor de Hitler Oberstrumannführer Kempka. Les informé de lo que nos había dicho el Führer a Tattenhuber, a Baur y a mí. Después de esto, me quedé en ese cuarto por algún tiempo. La puerta del lobby estaba entreabierta y pude oír al mayordomo del Führer, Strumbannführer Linge decir: “El Führer ha muerto”. A pesar de ello, no oí ningún disparo. Inmediatamente atravesé el lobby hacia la habitación donde se celebraban las conferencias y les dije a los líderes lo siguiente: “El Führer ha muerto”. Se levantaron y vinieron conmigo hacia el lobby donde vimos que sacaban dos cuerpos. Uno de ellos estaba envuelto en una alfombra, mientras que el otro también se encontraba envuelto en otra, pero no totalmente. Los cuerpos eran cargados por el Strumbannführer Linge, Hauptscharführer Kruge y el Obersturmführer Lindloff y otro oficial de las SS que no conseguí reconocer. Entonces el Oberstrumbannführer Kempka y el Strumbannfüfrer Medle se unieron a ellos. De una de las alfombras las piernas del Führer eran visibles. Le reconocí por los botines y los calcetines que siempre llevaba. Fuera de la otra alfombra sobresalía el pie y la cabeza de la mujer de Adolf Hitler.

Ambos cuerpos se llevaron a la salida de emergencia del bunker, hacia el jardín. Allí fueron rociados con gasolina preparada por Martin Bormannn y se les prendió fuego. Todo esto ocurrió sobre las 16:00 horas. Ambos cuerpos fueron quemados en presencia de Bormannn, el general Burgdorf, el general Krebs, el líder de la juventud hitleriana Axmann, el doctor Goebbels y yo mismo. Primero se quemó el del Führer y después yo mismo ayudé a cargar el cuerpo de Eva Braun. No estoy seguro si Rattenhuber y Baur estaban presentes, pero es muy psobile que así fuera, puesto que estaba todo muy concurrido y la visibilidad no era buena.

Después de que ambos cuerpos se encontraran en llamas, la puerta del buker fue cerrada debido a la virulencia de éstas y al olor producido por los gases del combustible.

Después de todo esto, todos los que estuvimos presentes nos dirigimos a la habitación de la entrada y desde allí Goebbels, Bormannn, Burgdorf, Krebs, Axmann,y el secretario de estado, Doctor Naumann se encerraron en el salón de conferencias.

Las puertas de las habitaciones privadas del Führer estaban abiertas, desde allí uno podía percibir un olor muy fuerte a almendras (cianuro). Eché un vistazo pero no llegué a entrar en ese momento y volví al salón de conferencias. Mohnke estaba ya allí. Se discutía la situación actual y la orden dada por el Führer de que una vez que desapareciera se debía intentar escapar en pequeños grupos. Oí que Bormann quería intentar llegar hasta el Gran Almirante Dönitz por cualquier medio ya que debía informarle acerca de las últimas ideas que tenía el Führer sobre el Estado. No sé a qué ideas se refería. Después de esto, dejé de nuevo la habitación y me fui a la contigua, pues necesitaba un pequeño descanso. Entonces el Brigadeführer Mohnke s eme acercó y me dijo que de acuerdo a las órdenes del Führer, ahora que él se había ido, sólo la cooperación con los rusos podía salvar a una parte de Alemania. El general Krebs recibió la orden de abrir las negociaciones con el general ruso Zhúkov e intentar un alto el fuego. Por ello, el intento de romper el cerco fue pospuesto. Entonces volví a mí habitación y después de descansar algo, me fui a integrar en uno de los grupos de combate de Mohnke.

Durante la noche, oí que las proposiciones del general Krebs habían sido rechazadas, por ello en la noche del 1 de mayo de 1945 se dio la orden a la guarnición de Berlín de intentar romper el cerco soviético. Yo debía dirigirme hacia el norte con el grupo de Mohnke y las secretarias del Führer, señoras Christian y Junge, su cocinera señorita Manzialy y la secretaria de Bormann, señora Kruger.

A las 22:00 intentamos la rotura. Nuestro grupo alcanzó la estación de Wedding sin ninguna pérdida pero allí comenzamos a encontrar una resistencia firme. Después de reagruparnos, alcanzamos la cervecería de Schultheiss cerca de la estaciñon de Monhauserlade al medio del día 2 de mayo.

Entre los soldados, corría el rumor de que Berlín había capitulado y pronto en sus caras observamos su desmoralización.

Después de esto, Mohnke decidió dejar salir a las cuatro mujeres que abandonaron de inmediato la cervecería. No sé dónde fueron. A las 18:00 de aquella tarde el Brigadeführer Mohnke y el recién llegado general Rauch, su ordenanza y yo, nos dirigimos a un templete ruso a conferenciar con su comandante. A pesar de que regresé a la cervecería de Schultheiss fui capturado. Era un prisionero de guerra
”.


FERNÁNDEZ-COPPEL, Jorge. STURMBANNFÜHRER OTTO GÜNSCHE. EL HOMBRE QUE QUEMÓ A HITLER. ARES Enyalius. Editorial GALLAND BOOKS. ISSN: 1888-3206. Valladolid 2008. pp. 26 – 30.
Declaración obtenida por Autoridades Judiciales del Ejército de los Estados Unidos de América del Sturmbannführer de las SS Erich Kempka, chófer de Hitler, acerca de la muerte del Führer el 19 de octubre de 1945, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial.

El texto se mantiene inalterado, por lo que cualquier fallo radica en la traducción del texto al español:

“El 29 de abril, Eva Braun repartió todos sus efectos personales entre el personal de la Cancillería del Reich. Aquel mismo día, hacia las 17 horas, el chófer Kempka vio por última vez a Hitler con vida. Aseguró que Hitler tenía buen aspecto. El 30 de abril, a las 14:30 horas, Kempka recibió una llamada telefónica de Günsche, el ayudante personal de Hitler, quien le ordenó traer inmediatamente 200 litros de bencina. Kempka llegó a las 15 horas y fue recibido por Günsche con estas palabras “El Führer se ha quitado la vida”. Günsche agregó que Hitler se había disparado una bala en la boca. Instantes después, Linge, agente de las SS y servidor personal del Führer, y otro hombre, salieron del dormitorio del Führer: llevaban su cadáver envuelto en una manta del Ejército. La cabeza estaba cubierta por completo y no se veían manchas de sangre, pero en cambio eran reconocibles los pantalones negros que Hitler usaba habitualmente, así como las botas y los calcetines también negros.

Detrás de Linge apareció el Reichsleiter Bormann llevando en brazos a Eva Braun. Este cuerpo no estaba cubierto y las facciones eran inconfundibles.

Tenía los labios entreabiertos, y las machas oscuras del traje parecían salpicaduras de sancre. El chófer trasladó el cadáver de Eva Braun hasta la escalera que conducía a la salida de emergencia. En ese instante reapareció Günsche, quien entretanto había llevado los restos de Hitler al piso superior, y se hizo cargo también del cadáver de la mujer.

Kempka vio ambos cadáveres por segunda vez. Estaban presentes Bormann, el Doctor Goebbels, Linge, Günsche y varios miembros de las SS. A una orden de Bormann, el chófer y Linge rociaron con bencina los dos cadáveres, y acto seguido, Günsche les prendió fuego. Los asistentes se mantuvieron unos segundos más en posición de firmes y al fin abandonaron la habitación después de hacer el saludo hitleriano.”

JACOBSEN, Hans-Adolf y DOLLINGER, Hans. La Segunda Guerra Mundial Tomo III. Editorial Plaza y Janés. Depósito Legal: B. 13946-67. Barcelona 1967. p. 372.
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1 comentario:

James dijo...

desde que lo encontré no paré de leer hasta terminarlo.
espero que tengas tiempo de irle agregando comentarios o post.
saludos.